viernes, 14 de noviembre de 2008

Y encima hacía calor

"Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal, se producen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de mencionar que una vez como tragedia, y otra como farsa"
Marx,
18 brumario de Luis Bonaparte

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El grito -Edvard Munch

Recuerdo la frase que usó mi profesora de historia en tercer año para cerrar la explicación de la ola de revoluciones europeas. Esas palabras inesperadas fueron: "Y encima hacía calor". Si bien no basó su argumento en la temperatura, dijo que es una coincidencia que se repite en diversos fenómenos sociales y que seguro algo debe inferir en la conducta social.
Las ciencias naturales dicen que ante la exposicion de un material al calor, las partículas de éste sufren una alteración, haciendose que se muevan continuamente y de un lado a otro, lo queque provoca la calentura del mismo.
(...) continuaaaaa, luego la sigo

jueves, 13 de noviembre de 2008

De igual a igual

Por Juan Lopez

La Antropología es la ciencia social que estudia al hombre, más precisamente al “otro”, entendido como desigual a nosotros. Durante la historia de esta ciencia, el objeto de estudio ha sido modificado: al comienzo se entendía al otro como diferente, luego como distinto y finalmente como desigual. Más allá de estas divisiones, la característica que siempre se mantuvo fiel al “otro” fue la discriminación. Es así como encontramos hechos de racismo a lo largo de toda la historia humana, aun antes de la creación de la Antropología.
Resulta imposible no relacionar los hechos de violencia, mal trato, discriminación y segregación con el sistema económico reinante, es decir, con el Capitalismo. Un sistema que crea cada vez más pobres y cada vez menos ricos pero con más poder necesita de una justificación ideológica para mantener su subsistencia. La construcción social del racismo responde a un hecho en concreto: concientizar a las personas de que el pobre merece ser pobre, de que el negro nació para ser pobre y de que el blanco siempre tuvo, tiene y tendrá el poder político en sus manos. Para ello, todo un sistema de prejuicios fue ideado basándose en la representación social del “otro” como extraño, enigmático, exótico e inquietante.
El Capitalismo necesita de estos conceptos para poder justificar la exclusión a la que se ven expuestas miles de millones de personas. El sistema económico es sinónimo de exclusión, necesita de ella para continuar reinando, para seguir utilizando mano de obra barata cuando es necesario o para tercerizar la responsabilidad de los debacles financieros que el mismo sistema crea. El racismo manifestado como discriminación, como segregación y como violencia genera seres humanos que quedan en desigualdad de oportunidades con respecto a quienes forman parte de este siniestro proyecto.
El capital no mide cantidad de muertos, no le interesa la calidad de vida de los africanos, no sabe de los miles que mueren por día de desnutrición cuando de salvar su pellejo se trata. La ley de inmigración existente en Europa es clara evidencia de esto. “Vos que sos negro, pobre, suramericano o asiático no entres a mi continente a robarle los puestos de trabajo a la gente digna que realmente los necesita”, pareciera ser la doctrina ideológica de la ley.
La práctica etnocéntrica es y, más que nada fue, el condimento ideal para apoderarse del mundo con total aprobación del Stablishment. La mina de Potosí puso en marcha al Capitalismo, sin importar que dentro de ella murieron millones de aborígenes. África aportó al sistema millones de esclavos, y más de miles de millones de muertos, que, con sus manos, abarataron los costos de producción, hasta que la máquina los reemplazó y el sistema los excluyó. La justificación fue clara: el “indio” y el “negro” son inferiores, no merecen la vida de los superiores, es más, deben “trabajar” para ellos.
Estas prácticas etnocéntricas aún perviven, los prejuicios dominan a los actos racionales y generan perjuicios por doquier. Las empresas multinacionales encargadas de generar más exclusión y más discriminación, ofrecen productos alterando el esquema medio-fin. Esquema nuevo que genera una necesidad por parte de la sociedad de consumir ya que crea una imagen estereotipada y simplista de lo que es mejor o peor para la sociedad humana entera. De esta manera, el pobre excluido que no puede obtener tales beneficios queda aún más alejado de cualquier esperanza de progreso. Pero ya se sabe: “el pobre es pobre y por algo es así”, manifestaría una visión simplista. Mientras tanto, las empresas multinacionales se siguen adueñando del mundo: un chico desnutrido en África es muy probable que no posea cobertura social, pero seguro puede refrescarse con una Coca Cola. “Si me pedís que vuelva otra vez donde nací yo pido que tu empresa se vaya de mi país y así será de igual a igual”, podrían cantar a coro los excluidos del mundo.
Hace poco, en el discurso que dio Eduardo Galeano al ser homenajeado como primer ciudadano ilustre del Mercosur, citó a una boliviana que se había alzado durante una asamblea de mineros. Ella, Domitila Barrios, expresó: “Quiero decirles estito –había dicho–. Nuestro enemigo principal no es el imperialismo, ni la burguesía ni la burocracia. Nuestro enemigo principal es el miedo, y lo llevamos adentro”. Es el miedo el que no nos deja levantarnos ante los prejuicios, es el miedo el que desaprobó la resolución 125, el miedo a que los pobres dejen de ser pobres. El miedo que nos causa pensar cómo sería el mundo sin exclusión, sin manifestaciones racistas. El miedo que aleja a la gente del cambio, el miedo que debemos vencer si queremos que la próxima generación que tenga que buscar noticias sobre discriminación lo haga con una brecha temporal de 10 años, no de 6 meses.

sábado, 1 de noviembre de 2008

Televisión, poné la mesa

Trabajo práctico de metodología de la investigación social

Nuestro grupo va a estudiar el papel que la televisión u otro artefacto tecnológico ocupa en nuestros días. La tele por ejemplo desde una gran gama de posibilidades para sintonizar su señal, la amplia cobertura de horarios, los muchísimos canales, entre otros, hizo que a cualquier hora podamos encontrar algo con lo cual podamos compartir un momento “acompañados” por ellos.

Ahora bien, esto lleva a un problema de relaciones sociales. Muchas veces nos ata, nos tiene agarrados por su programación, haciendo que optemos por ellos, dejando sin privilegio el compartir el tiempo con otras personas, en este caso no solo se habla de la televisión, sino de cualquier aparato tecnológico.

Creemos que este artefacto en cierta medida puede manejar nuestras vidas y cambiar el estado de relaciones con otras personas (nuestra familia por ejemplo). En otras palabras puede alterar el dónde y cómo comer (en la pieza o en la mesa, cenar comida hecha por la madre o por uno por haberse quedado atrapado por los brazos tecnológicos)

Para eso vamos a tomar el momento de la cena ya que en ese tiempo suele estar la familia casi al 100 por ciento reunida, debido a que cada uno de los integrantes vuelve para esa hora de sus obligaciones. Con una gran cantidad de opciones que nos da este medio es una tentación no caer en uno de ellos, si claro, hay una televisión en el lugar donde generalmente se suele cenar. Es por eso que además de elegir un horario para estudiar este problema, tomamos en cuenta dónde se suele cenar. Generalmente se suele usar para ese fin, la cocina o el living comedor, pero si consideramos que la televisión impone ciertas pautas a la hora de organizar nuestra vida, no sería descabellado pensar que por ver un programa encontremos personas que elijan el mejor lugar para poder ver cumplido su objetivo.

Otros elementos que tomamos para saber si modifica la relación con la familia es precisamente el grado de comunicación que se tiene con ella, qué programas se ven, si tienen televisor en el lugar donde comen y saber quién hace la comida para corroborar si producto de la aprehensión por la televisión por ejemplo, hace que uno cene a la hora que ella lo deje.

La encuesta fue realizada a 37 personas entre 13 y 24 años que viven con sus padres con el objetivo de mostrar si la tele de hoy en día cambió la costumbre de cenar en familia. 22 de los encuestados son de capital y 15, de provincia.

Encuesta

1) Edad

a) 13-15
b) 16-18
c) 20-22
d) 22-24
e) 24-26


2) ¿Cuál es el horario en el que generalmente cena?
a) 19 hs
b) 20 hs
c) 21 hs
d) 22 hs
e) 23 hs
f) 24 hs
g) 01 hs
h) 02 hs

3) ¿Ves algún programa televisivo durante la hora de la cena?
a) Si
b) No

4) Si fuese No la respuesta anterior, ¿ve programas antes o después de cenar?
a) Antes
b) Después

c) ninguna de las dos anteriores opciones.

5) Integrantes de la familia
a) 2
b) 3
c) 4
d) 5
e) + de 5


6) ¿Quién cocina?
a) Yo soy el encargado de hacer la comida para toda la familia.
b) Yo preparo la cena porque como a la hora que quiero.
c) Mi madre, padre o hermana/o.

d) Pedimos a un delivery generalmente.

7) ¿En que sector de la casa comes usualmente?
a) Cocina

b) Comedor

c) Mi pieza

8) ¿Hay televisión en ese lugar?
a) Si
b) No

9) ¿Esta prendida mientras cenás?
a) Si
b) No

10) ¿Comes generalmente con tu familia o cenas solo?
a) Con la familia
b) Solo, porque quiero ver otra cosa que la que está viendo el resto.
c) Solo porque tengo mis tiempos o ceno cuando quiero.

11) ¿A la hora de comer están todos juntos en la mesa?

a) Si
b) No

12) ¿Hablan en la mesa con la familia?
a) Si
b) No
c) A veces,

13) En el caso de responder que no o a veces, ¿Por qué?
a) Porque no me llevo bien
b) Porque nos quedamos mirando la novela/reality/ etc

c) otros

14) En el caso que miren la tele mientras cenan, ¿Cuál es el programa que ve?

a) Novela.

b) los Simpsons

c) Película

d) Entretenimiento

e) Noticiero.

f) Zapping

Gráficos














Gracias a los gráficos podemos sacar las conclusiones.

El 46 por ciento asegura cenar a las 21 horas. Esa hora es una de las mas importantes en la programación, generalmente hay novelas. Si se lo relaciona con el último gráfico se puede comprobar lo anterior porque el 34 por ciento dice ver novelas.

El 65 por ciento de los encuestados tiene como “chef” a la madre, le padre o hermano, mientras que solo el 19 % se cocina para él porque tiene tiempos diferentes al del resto de la familia o porque prefiere comer por su cuenta. En esta parte queríamos saber si la televisión provocaba un cambio a la hora de hacer la comida. Si el 19 por ciento hubiera sido mayor, hubiéramos dicho que más gente preferiría comer por su cuenta, dejando de lado a la familia.

Siguiendo con lo anterior, se hizo la pregunta en la encuesta sobre dónde generalmente uno cena. Solo el 11 % cena en su pieza, mientras el resto en familia tanto en el comedor o la cocina.

Entre las 37 personas encuestadas, 25 votaron por el si a la hora de decir si tienen tele en el lugar donde comen. Entre esos 25, el 80 por ciento tiene la tiene prendida en ese momento. Gracias a eso el 44 por ciento ve afectada el dialogo con sus padres y hermanos, o hablan poco o nada. La mayoría atribuye a que la atención se la lleva el programa de turno, dejando poco espacio para el dialogo familiar.

Y por último, el 68 por ciento cena con la familia. Solo el 8 por ciento cambia de lugar para comer para ver algún programa. Mientras que un 24 por ciento dice no comer con el resto por tener distintos tiempos o porque ellos deciden cuando cenar.

Entre todos esos números podemos afirmar que la televisión si bien no marca una clara separación en la familia, pauta ciertas acciones que están involucradas en el dónde y cómo comer. También trabaja en la relación con sus padres y hermanos haciendo que haya menos dialogo y provocando un mayor desconocimiento por parte de cualquiera de los integrantes con respecto al otro.